Si había un personaje veracruzano al que el dirigente nacional del PAN tenía un excesivo respeto era Miguel Ángel Yunes Linares. Cuando Marko Cortés se enteró que quien subiría al pleno no sería el exalcalde de Boca del Río, sabía que se avecinaba un choque frontal… y que “ganar” dicho debate no estaba en el horizonte.
Me hacen saber que cuando Yunes Linares ingresó al Senado y fue abrazado por Adán Augusto López (además de aplaudido por los morenistas), en la zona panista voltearon a ver a Marko Cortés para saber cuál sería la ruta de ataque (más allá de la lógica descalificación verbal que le lanzarían).
El dirigente panista sólo pidió atacar con arengas constantes al exgobernador veracruzano y dijo que, más tarde, pediría autorización para hacer uso de la tribuna y contestarle, pero se dieron cuenta en el rostro de Marko que no tenía la fuerza para emparejar a “Yunes papá”.
Lo cierto es que más allá de la decisión que tomaron los llamados “Yunes del estero” ante la Reforma Judicial, planearon bien los turnos que habrían de tomar con el uso de las licencias correspondientes. Yunes Linares estuvo en el momento que más lo necesitó Yunes Márquez, es decir, cuando la hoguera ardía más fuerte: en el pleno después de su llamativa ausencia.
El exalcalde de Boca se habría defendido bien ante Marko Cortés y compañía, sin duda, pero era el momento ideal para su padre, por estrategia y salud política. Más tarde Yunes Márquez daría su posicionamiento ante la Reforma… eso ya era un tema para el senador titular.
Me hacen saber que en el reducto panista han pedido mencionar lo menos posible a los Yunes, aunque pareciera que al dirigente panista le faltó cabildear con ellos lo suficiente. Hay malestar hacia Marko Cortés.
Veremos qué ocurre.