AMLO y Sheinbaum acordaron que Andy López llevaría la parte de “gestoría política” (misma que incluye la propuesta central para otorgar candidaturas), apenas tomara protesta como segundo al mando en la dirigencia nacional de Morena.
El plan conlleva, además, que posterior al periodo de Luisa Maria Alcalde como mandamás del movimiento, sea el hijo de López Obrador quien asuma el cargo, y poco después, cuando hayan ocurrido algunos “enroques necesarios”, busque agenciarse la candidatura a la presidencia.
La tarea para la todavía secretaria de gobernación consiste en hacer lo que Mario Delgado nunca pudo (según la evaluación en Palacio Nacional): unir, con sensibilidad y con el respaldo de Sheinbaum, a la mayoría de los militantes de peso para continuar, entre otras cosas, “muy por arriba del Verde y el PT”.
A Luis María Alcalde se le colocó en Bucareli con la intención de probarla rumbo a la posición de privilegio en Morena, y a decir del tabasqueño y su sucesora, llenó las expectativas para no solamente ostentar el “encargo”, sino para “hacerse cargo de Andy hacia el 2030”.
Tanto AMLO como Sheinbaum consideraron que “no era conveniente” lanzar a Andy López Beltrán a la dirigencia sin un paso previo, “no habría sido bien visto por varios cuadros que pesan en el morenismo”, aunque bien pudo hacerse sin tomarlo en cuenta, “se trató también de un acto de prudencia”.
De esta manera, detrás de Luisa Maria Alcalde está Sheinbaum y de Andy López está su padre, y siempre hubo acuerdo para colocarlos. De hecho, la hoy dirigente de Morena formará parte, en su momento, de las opciones para llevar las riendas de la CDMX.
Andy López trae (aunque no lo parezca), el esquema rígido y conservador de su padre (con manejo profundo en la estrategia económica), mientras que Alcalde manejará con mayor facilidad el área liberal (o abierta) del morenismo. Se considera que son (al menos por el momento), la dupla idónea al frente del movimiento.
Veremos qué ocurre, y si de verdad ocurre.