“Urge que en Veracruz y en Puebla se dé el cambio de poderes”, me dijeron en una de las oficinas más relevantes ubicadas en Bucareli, de la CDMX. Y es que en ambos estados, pero mayormente en el que habrá de gobernar Rocío Nahle, ya no toleran más al saliente.
Tanto Luisa María Alcalde como Andy López Beltrán consideran que el papel de Cuitláhuac García como mandatario ha sido (y por un buen rato será), el más gris en la todavía corta historia del movimiento, tomando en cuenta que el de Cuauhtémoc Blanco perteneció a otro partido.
Lo que logró García en Veracruz es (y así lo consideran en el centro del país), obra de algunos de sus colaboradores, pero en ningún momento por tener “pasta de líder” o llevar el timón del barco.
Lo que se logró en educación fue por su titular en el estado y la herencia federal; lo que se alcanzó en finanzas fue por pericia de su secretario y los apoyos del centro; lo que se obtuvo en turismo fue por visión de otros, pero nunca de Cuitláhuac García, por mencionar algunos ejemplos.
Al ingeniero se le recordará por sus yerros constantes con repercusión nacional; por las innumerables veces en que AMLO tuvo que salir a defenderlo; por la insensibilidad mostrada ante quienes sufrieron pérdidas por desastres meteorológicos.
Es por eso que en Morena nacional celebran que García termine su gestión y llegue Rocío Nahle, porque ya no habrá un AMLO para defenderlo… y Sheinbaum no encuentra algún lugar donde colocarlo sin que brille por sus deficiencias.
Aún así, García tendrá su cargo federal.
Veremos qué ocurre, y si de verdad ocurre.