martes, octubre 15, 2024
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Pobre Veracruz. Charla con un taxista

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‎¿De dónde viene?, me pregunta el taxista capitalino. De Veracruz, le respondo. «Uy, allá las cosas sí que están feas, parece circo, puros payasos y animales, yo siempre escucho las noticias y su estado es un desmadre». Sonreí. Miré por la ventanilla. Pobre Veracruz, eres nota de burla o morbo diario.

Era una interminable fila de autos; el taxímetro corría; afuera, más carros. «¿Y cómo le hace con tantos Yunes en Veracruz? Yo me haría bolas», dijo, mientras me miraba por el retrovisor. «Aquí no me queda de otra más que escuchar noticias, sobre todo para evitar el tráfico. Oiga, le cambio a sus Yunes por nuestro Mancera, y sale usted ganando, jajaja». Acompañé sus carcajadas con las mías. No habíamos avanzado ni diez metros.

«¿Y qué tal su Gobernador Duarte? Se lo van a trabar, a él, al de Quintana Roo y al de Chihuahua, si no lo hacen, el PRI va a perder más, el pueblo vota por el menos ladrón, todos roban, pero que no se manchen. Deberían poner candidatos viejos, roban menos que los jóvenes, los ancianos ya vivieron, a los chavos les queda mucha cuerda, y tienen más tentación pa’robar».

«Oiga, la otra vez escuché aquí en el taxi, tempranito, una entrevista que le hicieron al Yunes que perdió la elección, qué cueriza le puso a Duarte, jajajaja, la verdad, ¿pues no son del mismo partido?, ¿cómo se llama ése?». Héctor, le contesté. «¿Y qué cree?, que le cambio de estación y en otro noticiario, el Yunes que ganó, el panista, también le estaba dando al Gobernador, jajaja, ¿cómo se llama ese otro?» Miguel Ángel, le completé.

«Esos son los Yunes que conozco por las noticias. ¡Ah! También al que detuvieron en Coatzacoalcos, y que después dejaron ir, porque salió en internet denunciando todo, dijeron en la radio. Sé que hay muchos Yunes, pero esos son los que mencionan los locutores, los famosillos, ¿cuáles son los otros?». Hay Senadores, diputados, empresarios, funcionarios y de todo – le respondí- mientras preparaba lo que habría de pagar por la corrida.

Llegamos a la Central de Autobuses. Fueron 80 pesos. Le di más. «Tenga, la verdad me dio usted tema para escribir y compartir», dije. Se me quedó viendo, cambió la sonrisa por seriedad. «¿Es periodista en Veracruz? De haber sabido hubiera hablado con usted de otra cosa. Allá han matado muchos. No me lo vayan a quebrar. Aquí traigo siempre un rosario, hoy lo olvidé, sino, se lo regalaba».

Se alejó el taxi, de esos con rosa y blanco. En mi mano estaban las monedas que como cambio me había dado mi «compañero de viaje». Me quedé unos segundos parado, viendo al vehículo alejarse, atrás, en el medallón, inscrito con letras blancas, decía: «yo vivo el hoy, mañana, no sé». Debí darle más propina.

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