Si bien es cierto Alejandro Moreno acordó sumarse al presidente a través de Adán Augusto López (quien llevó la negociación o sometimiento de principio a fin), el auténtico plan de los dos “tabasqueños de palacio” (mismo que desconoce Alito y quizá hasta el propio Rubén Moreira), consiste en “prometerle de todo, y cumplirle tan sólo una cuarta parte”.
Y es que todavía restaban una veintena de audios contra Moreno, todos ellos con fecha de salida a través del programa radiofónico de Layda Sansores, los cuales (por cierto) nunca le fueron entregados o devueltos a Alito, sino que se guardaron bajo llave con “la promesa” de no salir a la luz pública.
La incertidumbre de Alejandro Moreno es tanta que, lo haga por convicción o no, deberá continuar trabajando como “morenista” desde su oficina en Insurgentes Sur. Las exigencias del titular de gobernación fueron claras: impulsar la reforma sobre la Guardia Nacional, y de paso, conflictuar la alianza opositora.
El asunto central es que no hay garantías para Alito en Palacio Nacional (él sabe que no las tiene, nunca se las ofrecieron). El campechano podría quedarse, en breve, sin aliados en su partido, sin proyecto, e incluso, sin algún puesto diplomático como los ofrecidos a otros personajes, pues nunca fue parte del plan.
Fuentes bien enteradas me hicieron saber que los audios contra Alejandro Moreno continúan listos para difundirse, en caso de que los acuerdos no se cumplan, “pues Alito les sirve al interior del PRI, y no afuera”, razón por la cual ha buscado aferrarse al cargo con uñas y dientes, pues simplemente en otro lado no es útil.
Ayer, justamente después de lo ocurrido en el Senado, (donde la oposición hizo que Morena y aliados se vieran obligados a retirar el dictamen para alargar la presencia del ejército en las calles), el presidente pidió que Adán Augusto López comandara la búsqueda de consensos.
Fue el titular de Gobernación quien asumió el control de las negociaciones, y quien además, buscó aplazar la votación del dictamen en el afán de no arriesgar la propuesta “priísta” avalada por el ejecutivo federal. De hecho, fue petición del mandatario que el “tejido fino” en el Senado lo hiciera Adán Augusto López, y no Ricardo Monreal.
Si bien es cierto la oposición salió fortalecida por el episodio ocurrido ayer en el Senado, el que volvió a consolidarse como “operador fuerte” de AMLO fue su paisano, quien además tiene la encomienda de limpiar, (en la medida de sus posibilidades y sin perder su aspiración propia), a Claudia Sheinbaum.
Dicen en Palacio que uno de los grandes perdedores del episodio en la cámara alta (donde aún falta mucho por decidir), es Alejandro Moreno, pues cada punto que pierde fortalece a Miguel Ángel Osorio Chong. El otro “raspado” es Ricardo Monreal, ante la aparición del secretario de gobernación.
En Bucareli continuaban (y continuarán) revisando expedientes, hasta dar con aquello que los lleve a juntar más votos para cristalizar la reforma de la guardia nacional. ¿Será?