martes, octubre 15, 2024
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Javier Duarte y la verdad tras su licencia

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La decisión de pedir licencia al cargo de Gobernador de Veracruz no fue de Javier Duarte. Se la «sugirieron» desde Bucareli, un día antes de anunciarlo en la mesa matutina de Televisa. No le dieron opción; tampoco le garantizaron inmunidad, pero sí le dijeron que era lo más conveniente. Aquí y en China, cuando un jefe sugiere, en realidad, ordena.
La primera gran estocada para Duarte vino del PRI de Enrique Ochoa, cuando bajo su consigna de limpiar la casa y combatir la corrupción al interior, el pasado 26 de septiembre le retiraron sus derechos como militante, así como a siete veracruzanos más. Lo escribí un par de veces aquí y lo hice porque era verdad: el tricolor tampoco se mandaba solo, traía respaldo federal.
Tengo la información suficiente para comentar que renunciar al cargo de Gobernador no fue una decisión personal de Javier Duarte. Él tenía considerado irse hasta el 30 de noviembre, tal como lo había dicho hasta la náusea a medios de comunicación nacionales, estatales, y en su propio Twitter.
Al atribulado ex Gobernador de Veracruz se le aconsejó que la mejor (o menos peor) forma de justificar su licencia, habiendo dicho tantas veces que no se iba, sería argumentando la necesidad de defenderse de las acusaciones de Miguel Yunes, situación que lo distraería de sus plenas obligaciones como Ejecutivo.
Una de las estrategia de Javier Duarte, ahora sin la investidura de Gobernador, consistirá en victimizarse. Para ello, buscará empujar en los medios de comunicación, debates frente a frente con Yunes Linares, o en su caso, intercambios de declaraciones que le permitan quitar un poco de suciedad a su imagen, abonándosela al Electo, que dicho sea de paso, también tiene sus señalamientos.
Javier Duarte se tendió más la cama cuando después de perder sus derechos como militante, de manera temporal, intentó desvirtuar el proceso del PRI, y de paso, a Enrique Ochoa, incitando, casi obligando, a varios de los otros suspendidos a que sostuvieran públicamente que nunca habían sido tricolores. La idea era, pues, generar ruido mediático. No debió hacerlo; calentó más la hornilla que hoy lo broncea.
Javier Duarte querrá ahora, en calidad de ciudadano común y corriente que busca defenderse de su acusador, acceder a aquellos espacios mediáticos nacionales que reiteradamente rechazó en los últimos meses. También deseará regresar el tiempo para debatir una y otra vez con Miguel Yunes, para generar ese «toma y daca» donde los dos tienen mucho por decirse.
Lo reitero: PRI Nacional y Federación dieron la espalda a Javier Duarte. En Bucareli, le desearon suerte en su defensa con una leve palmada en la espalda, de esas que parecen de apoyo, aunque en realidad pueden llevarte al paredón…pero claro, en Veracruz no pasaba nada.

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