“El primero de diciembre, después de que Cuitláhuac García rinda protesta como Gobernador de Veracruz, tendrá que atender dos instrucciones directas del Presidente Andrés Manuel López Obrador”, me dijeron a una cuadra de la Colonia Roma.
“La primera: revisar minuciosamente la no existencia de funcionarios cercanos a Yunes dentro de las Secretarías del gobierno, incluyendo cualquier organismo que reciba dinero del estado aunque sea conocido como autónomo”.
“La segunda: correr y exhibir mediáticamente a todo aquel funcionario morenista sobre el cual pudiera pesar, en el transcurso del nuevo gobierno, alguna sospecha de corrupción. Sea quien sea, sin importar el cargo o apellido de esa persona”, me aseguró un personaje que en breve despachará junto a López Obrador.
“¿Y qué pasa con aquellos que trabajaron junto a Javier Duarte?, ¿tiene Cuitláhuac García autorización para sumarlos?”, pregunté.
“Te lo digo claro y concreto: incluir o no a ex duartistas será absolutamente decisión de él, pero no podrá incrustarlos como Secretarios o Secretarias de Despacho, tampoco como Subsecretarios o Directores Generales; de ahí para abajo, en puestos promedio podrás ver a gente que trabajó con Javier Duarte”.
“Pero quiero ser enfático en algo” -me dijo- “sea duartista, morenista o cercano a Cuitláhuac, vamos a ser muy cuidadosos en detectar a aquellos que desde adentro quieran aprovecharse de la imagen de AMLO”.
“Cuitláhuac sabe, como todos los que ganaron con Morena, que se acabaron las camionetas lujosas para trasladarse, blindadas, o las caravanas de suburbans que abrían paso al Gobernador o funcionario; sabe que la histórica dinámica de culto al funcionario poderoso se acabó”.
La verdad, me cuesta trabajo creerte, después de todo lo que hemos visto en Veracruz -contesté-
“Una vez te dije que si algo de lo que te decía no se concretaba o me fallaba, me raparía, bueno, la oferta sigue en pie”.
Me reí.
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