Y es que de verdad “el horno no está para bollos” en el gabinete presidencial. Los ánimos se han caldeado al grado que la frecuencia de aparición en “las mañaneras” es motivo de disputa constante, es la oportunidad de lucirse y continuar en el ánimo “del preciso”, es la mejor forma de estar cerca de él.
Secretarios, Subsecretarios, Directores Generales y staff se truenan los dedos cuando pasan semanas sin ser contemplados para “una mañanera”, ni pensarlo cuando transcurren meses, pues simple y sencillamente, de ser así, se han vuelto prescindibles, y quizá, signifique que su puesto esté “en la tablita”.
Como en casi todos los ámbitos también hay “clases sociales” en el gabinete de AMLO, y esas jerarquías quedan patentes en el número de apariciones “mañaneras”. De igual forma, la agenda diaria del Presidente es motivo de discordia, hay Secretarias y Secretarios que llevan semanas en lista de espera, y si bien les va, Alfonso Romo los atiende por encargo superior.
Según fuentes de primera mano en Palacio Nacional, los más solicitados por el tabasqueño tanto vía telefónica o de manera presencial en este momento, (es decir, los consentidos, los “indispensables”), son Marcelo Ebrard, Olga Sánchez, Jorge Alcocer, Hugo López-Gattel, Zoé Robledo, Alfonso Durazo, Santiago Nieto, Alejandro Encinas, Jesús Ramírez, César Yáñez, Rocío Nahle, y colándose apenas en el listado, Esteban Moctezuma. Además, entre estos privilegiados también hay competencia por minutos en el uso de la “voz mañanera”.
Estar en las conferencias tempraneras se ha vuelto la obsesión de varios, o el motivo de las crisis de ansiedad de otros, sin importar el rango organizacional. Según lo que me hace saber gente que convive a diario con AMLO, hay Secretarios, “Subses” o Directores Generales que buscan “cazar” al Presidente en algún pasillo o caminata de 30 segundos, con la intención de “venderle”, en ese tiempo, una idea que los incluya en la conferencia de las 7 am.
El gabinete del Presidente se ha fracturado, y una de las dinámicas que los divide radica en compartir tiempo a su lado en “las mañaneras”. Es el termómetro de todas las cosas, es el espacio del Presidente, es “prime time” con el jefe, es no moverse de la foto para continuar figurando, aunque sea a punta de coscorrones, como ha ocurrido con el Secretario de Hacienda.
López Obrador, como todos los políticos de antes y ahora, es un hombre de símbolos, y la mayoría de ellos se observan en sus “mañaneras”: el que está, existe, y el que no, quién sabe. No hay mejor espaldarazo que aparecer en el show tempranero presidencial, y si pasan semanas sin figurar, será tiempo de recurrir a los ansiolíticos, o de plano, prender una veladora.
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