Lo he comentado en varias ocasiones: Javier Duarte es un personaje inteligente, astuto, que siempre ha medido, desde antes de convertirse en Gobernador de Veracruz, milímetro a milímetro, cada una de sus acciones. Nunca dio “paso sin huarache”, y menos lo hace ahora, estando en prisión preventiva.
Desde sus tiempos como Secretario de Finanzas con Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte era el encargado de defender en cualquier espacio, fuera público, privado o mediático, la polémica colocación de recursos provenientes de la tenencia vehicular en la Bolsa Mexicana de Valores, con el afán de liquidar, en ese entonces, la deuda total de Veracruz, o al menos, eso aseguraban.
Duarte sabía moverse en los medios de comunicación, era “suelto al habla”, no se hacía bolas, y muy rara vez perdía los estribos mientras trataba con la prensa. En realidad, el ex gobernador comenzó a cometer errores graves al declarar durante los últimos dos años de su mandato, cuando el panorama ya se le obscurecía.
No nos confundamos, el hecho de que Duarte sea considerado por un buen sector de los veracruzanos como un mal gobernante, o simplemente pese sobre él un fuerte repudio, no desaparece la habilidad que siempre tuvo de “moverse” en los medios y en la política; ¡vaya!, cuando arrancó la carrera para suceder a Fidel Herrera, había antes que él varios “tiradores” en el PRI, y a pesar de ello, sorpresivamente acabó ganándoles.
Aunque esté en prisión preventiva, o mejor dicho, aprovechando su condición de “presunto culpable tras las rejas”, Javier Duarte explota lo mediático de su caso para mandar mensajes epistolares a su acérrimo rival, Miguel Yunes Linares, o a cualquiera que se meta con él o su esposa, Karime Macías, a través de los espacios noticiosos más seguidos.
Duarte, el mediático; Duarte, el calculador; Duarte, el astuto; Duarte, la exclusiva periodística que muchos quieren; Duarte, el que se dijo “preso político”; Duarte, el que sigue en boca de la opinión pública; Duarte, el que administra su vigencia; Duarte, bastante más popular que Borge, Padrés, o cualquier otro ex gobernador de su generación “en desgracia”.
Según la defensa de Javier Duarte, el ex gobernador está más optimista que nunca, administrando su prisión preventiva para buscar salir cuando su enemigo personal en Veracruz no tenga el mismo poder, y también, de rebote, aguardando a que la actual administración presidencial termine su tiempo.
Javier Duarte, me dicen, trae todo un plan “duartescamente” trazado, ¿le saldrá bien? Ya veremos.
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