Existe la idea, en un sector bastante abultado de Veracruz, que la entrada de Morena al gobierno beneficiará a Javier Duarte. Se cree, y en buena medida derivado de las declaraciones de Cuitláhuac García, que a partir del próximo 1 de diciembre, el actual inquilino del Reclusorio Norte, tendrá “terreno ablandado” en cuanto a los asuntos penales pendientes con la Fiscalía estatal.
Ahora bien, dejando de lado que Javier Duarte pueda librar los señalamientos en su contra, tanto federales como estatales, ¿qué tan conveniente es para Cuitláhuac García se le relacione con la idea de que, al llegar al gobierno de Veracruz, el nacido en Córdoba gozará de facilidades?
Según un estudio de Parametría, comandado por Francisco Abundis (y que explica en su columna para Milenio), AMLO cuenta con un sorprendente 71 por ciento de aprobación entre los mexicanos, casi quince puntos más de los que en su momento tuvieron Vicente Fox y Enrique Peña (55%).
Con ese “colchón” de popularidad bajo el brazo, AMLO podría darse el lujo de cometer varios errores (o desilusiones ciudadanas), antes de ver mermada su abultada aceptación. En pocas palabras, el Presidente Electo cuenta con suficiente capital para equivocarse “por un buen rato”, pero, ¿pasará igual con quienes ganaron una Gubernatura gracias al tabasqueño?
¿Tendrán los ciudadanos de Veracruz, Morelos, Chiapas, CDMX o Tabasco (donde hubo alternancia), el mismo romanticismo que tienen con AMLO para sus “gobernadores morenos”?, ¿cuánto “capital de paciencia” existirá si en algún momento arrancan las “desilusiones” estatales?
En el caso de Veracruz, la situación de Javier Duarte podría convertirse en una espina para Cuitláhuac García, a pesar del apoyo moral que lógicamente tendrá de la Federación. Si bien es cierto Duarte podría tornarse, sea o no hallado culpable, en el personaje más odiado de la historia por sus paisanos, también el Gobernador electo morenista podría “sufrirlo en carne propia”.
García Jiménez ha insistido en que el caso de Duarte y sus ex funcionarios en Veracruz fue, en gran medida, un “show mediático” montado por Yunes en su afán de venganza, y al mismo tiempo, popularidad. Sea o no verdad, lo cierto es el Gobernador electo debería cuidar su trato y valoración del factor “Javier Duarte”, tanto en sus declaraciones como en el manejo “casuístico”, pues en una de ésas, hasta una buena “indigestión política” podría causarle. Mal haría Cuitláhuac García en sentirse similar a AMLO, en términos de aceptación y “capital de confianza”; quiero creer que lo tiene claro. Veremos.
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