Como es de sobra sabido, las elecciones municipales levantan siempre más las pasiones que cualquier otro proceso de votación, lo cual se refleja también en la participación ciudadana. Siempre que se renuevan alcaldías en Veracruz, el abstencionismo se reduce en un diez por cierto.
Por mucho, las candidaturas para alcaldías se disputan y pelean más que la de Gobernador. Las presidencias municipales se cuecen aparte; van más hacia el corazón y estómago ciudadano. La selección de aspirantes a ediles puede llevar a los golpes, e incluso a las balas, como ya ha ocurrido en ocasiones.
Regularmente, las candidaturas en áreas serranas de Veracruz, o en las zonas sur y centro del estado, como Cosoleacaque, Minatitlán, Coatzacoalcos, por mencionar algunas, además de Catemaco, San Andrés Tuxtla o Santiago Tuxtla, suelen calentar los ánimos, y es que ahí, literal, muchos se juegan la vida.
Los conflictos por las candidaturas municipales regularmente se dan en aquellas demarcaciones que corresponden al PRD. El PRI y PAN suelen decidirlas en sus respectivos Comités Ejecutivos Nacionales, caso distinto al del Sol Azteca, quien suele dejar el veredicto casi total en la dirigencia estatal.
El caso del ex alcalde y diputado local por el PRI, David Velasco Chedraui, quien buscó ser de nuevo edil xalapeño, pero ahora por la alianza PAN-PRD, se topó justamente con la actual máxima electoral para decidir una candidatura: ningún duartista, mucho menos alguno con distinto pasado partidista.
Velasco Chedraui no era duartista declarado e incluso se sabían sus disputas con el hoy prófugo, sin embargo, en una época donde los partidos políticos se rasgan las vestiduras declarándose puros, albergar a un candidato que fue de la competencia es visto, internamente, como pecado mortal.
Se me confirma que todos los candidatos de Morena para las alcaldías en Veracruz los «palomeó» López Obrador, no hay uno que vaya a la boleta sin su visto bueno; en el caso del PRI y PAN, se aceptaron sugerencias locales, siempre y cuando éstas no fueran duartistas o con pasado opositor, mientras que el PRD quiso dejarlo todo al Estatal, de ahí que hubiera golpes y oficios de último minuto.