Ya no tiene la sonrisa de antes, y si bien continúa bromeando en algunas “‘mañaneras”, los temas son cada vez menos propicios para las ironías que aplicaba como candidato, o incluso, aquellas que llegó a externar durante su primer año como Presidente.
Agobiado, cansado, pensativo, confundido, por momentos, ausente. AMLO cambió de varios meses para acá, y no es para menos, una seguidilla de controvertidas (y a la postre, malas decisiones) lo han puesto en un escenario que no esperaba afrontar cuando arrasó en las elecciones: un descenso en su popularidad.
Quienes lo rodean me dicen que ya no bromea como antes, que ha perdido parte del humor en las charlas, que se queda callado y pensativo por varios minutos, aislado de cualquier otro tema que pudiera platicarse en ese momento. Me dicen que no es el mismo.
“Andrés Manuel empezó a bajar su ánimo desde el asunto con Ovidio Guzmán, después, las manifestaciones por el desabasto de medicamentos para enfermos con cáncer, y bueno, las constantes marchas por la violencia contra las mujeres, son varios temas consecutivos”, me dijo una fuente en Palacio Nacional.
Y es que el Gobierno de López Obrador no ha sabido cómo tratar el tema de los feminicidios. Si hay algo que ha mermado el ánimo del Presidente es saber que las mujeres se manifiestan; que iniciativas como la de “un día sin nosotras” ocurren en su sexenio, y no cuando era oposición.
“De unos meses para acá, al Presidente se le ve desanimado en las juntas previas a la conferencia mañanera. El tema de la inseguridad lo trae mermado, sin la picardía de otros tiempos; AMLO ya no es el que ganó la elección, tampoco el que finalizó el 2019; AMLO está herido”, me confiaron.
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